jueves, 31 de marzo de 2011

Caminar mirando hacia arriba


Cuando volví a Colombia, mi mamá se sorprendió al ver que cuando caminaba, miraba mucho hacia arriba.

¿Porqué camina Ud. mirando hacia arriba? (la gente del Tolima no tutea y yo tampoco...)

- Lo que pasa mamá, es que ahora veo las cosas distinto y he descubierto una nueva manera de mirar.

Lo único malo, es que por andar así, viendo lo que los demás no ven, a veces me tropiezo, me caigo, me he salvado de que un loco de esos irresponsables a los que nunca les quitarán el pase, me haga algo.

Esas cosas raras, para los demás y maravillosas para quien las vive, como caminar mirando hacia arriba, son las que al fin y al cabo, nos quedan de los viajes.

Granada en Invierno II: Los bellos árboles desnudos...

Los chopos en el Parque Federico García Lorca...

Al cielo también se mira de día...

Un juego de luz, para esta maravilla desnuda...

Sierra Nevada, al fondo de este raro tejido...

Granada y sus bellas sorpresas, un romántico cuadro: 
un marco natural para la Alhambra en la Plaza Carvajales en el Albaicín

miércoles, 23 de marzo de 2011

Granada en Invierno I

 
El manto blanco de Sierra Nevada desde la Residencia, un regalo de Dios.

El Parque Federico García Lorca, el primer lugar que visité en Granada, me encantaron los árboles deshojados y plateados, parece navidad aunque era febrero...

La Plaza Bib-Rambla, y los árboles sin hojas, desnudos, son la metáfora del soltar...
y parte del encanto invernal.

Calle La Calderería la Nueva en Granada... podría ser la Calle Real en la Candelaria en Bogotá...

Y la sorpresa, la primera vez que fui al Mirador de San Nicolás y una vista única de
La Alhambra misteriosa, nocturna y romántica...

Las tres primeras semanas

Las tres primeras semanas fueron tremendas por el cambio de horario, - aunque la verdad - dormir fue una excelente y absurda estrategia de escape del AQUÍ Y EL AHORA.

Pasaba despierta toda la noche y a las cinco de la mañana me empezaba el sueño, a las doce del día me levantaba, almorzaba o comía como dicen los andaluces, y luego me arreglaba y me iba a clase de cuatro o cinco horas. 

Casi se me pasa el plazo de poner en orden la matrícula, las fotos, perdí la mañana de tres semanas.

El tercer fin de semana tomé la decisión de tomarme lo que fuera con tal de adaptarme al horario, y una almeriense me dio un sobre de tila, la tila y otro revuelto de aromáticas, que no recuerdo, tan efectivas que el sábado estaba despierta a las siete de la mañana y al fin pude desayunar y disfrutar la mañana de mi querida Granada.

Como llegué con mi equipaje de miedos, mi idea inicial fue que iba a estar de la residencia a la universidad y de la universidad a la residencia y Dios puso un ángel chileno en la mesa de la residencia y todas las noches luego de clase entre nueve y media y once de la noche caminé Granada.

Este ángel estuvo diez días y cuando se fué, me pregunté ¿Cómo carajos me voy a ubicar de día en los callejuelas, callejones y caminos a los que me llevó esta granadina de corazón en la noche? y aunque parezca increíble, me aprendí Granada de memoria y me puedo ubicar por la mañana, en la tarde y de noche, en el atardecer rojo y en el amanecer flamenco de Granada...

De nuevo en Granada


No lo puedo creer, me he ganado una beca y los planetas se han alineado y las estrellas conspirado para regresar a Granada, viviré tres meses aquí.

Para no perder la costumbre llegué a las 11 y 30 de la noche a Granada, es invierno. En Madrid al bajar del avión, no me puse el gorro, ni guantes, ni bufanda, sentía que me daban una cachetada cada vez que cambiaba de estación en el metro.

Hace un frío tremendo, está lloviendo, no conozco a nadie, ni conozco la ciudad, no sé donde voy a vivir, no llevo paraguas, ha llegado a Granada una niña mimada, malcriada y sobreprotegida de treinta y seis años que nunca ha vivido sola y que además de su pequeña maleta verde esperanza y su morral del mago, trae un montón de miedos, cucarachas en la cabeza y enredos en el corazón... sabe, aunque no sabe como, que algo bueno le traerá, este lugar tan ajeno y desconocido.

Llego al hotel de la primera vez, no han pasado cinco meses y no recuerdo bien como llegar, me llegan pistas, llevo un día completo sin dormir, más diez horas de vuelo despierta, más el tiempo en Méndez Álvaro despierta, más las horas del trayecto despierta... y de nuevo el hechizo, la ciudad viva e iluminada... el lugar que me atrapó, estoy de nuevo en Granada y muy cerca del hotel. Son las doce de la noche.

Llorando por Granada


Video y fotografías de ChanoMaiques y Música: Los Pecos

martes, 22 de marzo de 2011

La Granada que me enamoró

De noche es espectacular y de día también, La Gran Vía de Colón y los Reyes Católicos...

La arquitectura y las flores me gustaron mucho en Granada...

Un hermoso detalle de la cultura árabe en La Alhambra...

El bello Jardín de Lindaraja... el paso de una nueva cultura en Granada...

El barrio de las casas blancas... ni idea en esa época como se llamaba...
hoy día se que es el barrio árabe: El Albaicín


He caminado por Granada, por sus callejones, por puras señas llegué a la Universidad, disfruté la comida árabe y he caminado por primera vez La Alhambra y me he fascinado, me dí un día más en Granada, porque no sé si volveré. He quedado agotada, no pude ir a Murcia, a conocer a los ángeles que Dios puso en mi camino para apoyar, este trabajo sencillo y de filigrana que es la construcción de la paz.

Había planeado un día para conocer la Universidad y saber si podría vivir en esta ciudad y ha sido un viaje flash, regreso a Madrid y me voy de Granada como Boabdil, llorando por Granada.

domingo, 13 de marzo de 2011

Mi llegada a Granada


El viaje duró casi seis horas, hubo un trancón por una obra que estaban haciendo. Es mi primer viaje en autobús aquí en España. Los buses son modernos y los conductores manejan muy bien, despacio y con precaución, nadie va de pie.

Hay unas flores por todo el camino, son rosadas y blancas, y me han acompañado durante todo mi viaje, no sé como se llaman esas flores, como en muchos viajes, no sabemos como se llaman quienes nos acompañan.

Llegué a las once y treinta de la noche a Granada, por Dios a quien se le ocurre llegar tan tarde a una ciudad que no conoce? igual me quería ir de Madrid.

En Madrid por internet busqué diferentes hoteles, voy con un objetivo conocer la ciudad y la universidad y saber si puedo estudiar y vivir allí, la experiencia en Madrid ha sido tan dura que no la soportaría por un largo tiempo.

Estoy sola, en una ciudad que no conozco, sin amigos, sin nadie conocido, al igual que cuando llegué a Madrid, por Dios que sensación de soledad, fue enorme.

Lejos de mi país, lejos de la ciudad de los astros, de mi amada Ciudad de las Estrellas: Bogotá, enorme y llena de laberintos, lejos de los seres que quiero, lejos del trabajo que amo, distante de mis compañeras y compañeros de trabajo, lejos de los y las estudiantes. En Madrid conocí la soledad y también aprendí que hay que moverse hacer lo que hay que hacer para que no nos consuma.

Al igual que en Madrid, en Granada hay ángeles y una chica que vive muy cerca del hotel me acompaña hasta la puerta del hotel, son las doce de la noche.

Es verano y Granada a medianoche está llena de gente, de luces, la arquitectura de sus edificios es bellísima, es un recibimiento asombroso para alguien que sintió la realidad dura y cruda del inmigrante en Madrid, hay algo en esta ciudad que lo capto de inmediato y me atrapa, es amor a primera vista: me he enamorado de Granada.

Pensamientos previos a mi primer viaje


Ya sé que debo salir de aquí, tanto metro me está haciendo daño, ha sido demasiado subterráneo, no he podido descubrir a que horas son las comidas, no sé a que horas se desayuna, a que horas se almuerza y a que horas se come en Madrid.

Solo he comido frutas y mucho empacado, desde mi adolescencia no había vuelto a comer: chitos, aquí se llaman cheetos.

Comí bien en Gernika, allí comen como los Dioses, que viaje! se me quitó la gripa de una. Allí hay una energía sanadora.

Viajar en tren fue maravilloso, el País Vasco es hermosísimo y ver las montañas y verde me hizo bien.

Gernika la ciudad de los Sabios, allí saben mucho sobre paz, arte y reconciliación, allí me sentí feliz.

Este fin de semana en Madrid no tomé el metro, he tomado el autobús, más caro, no importa, en el Real Jardín Botánico me reconcilié con la ciudad.

He llegado tarde a la estación de autobuses de Méndez Álvaro, igual me voy para Granada es lunes, ya tarde, igual me voy, no sé qué me espera, igual sé que huyo de Madrid.